lunes, 15 de octubre de 2018

PARTE DE PSICOLOGIA

DIFERENTES PERSONALIDADES

¿Qué es la autoestima?
Un aspecto muy importante de la personalidad, del logro de la identidad y de la adaptación a la sociedad, es la autoestima; es decir el grado en que los individuos tienen sentimientos positivos o negativos acerca de sí mismos y de su propio valor.
Daremos una serie de definiciones de la autoestima:
• La capacidad que tiene la persona de valorarse, amarse, apreciarse y aceptarse a sí mismo.
• El conjunto de las actitudes del individuo hacia mismo (Burns).
• Es la percepción evaluativa de uno mismo.
• Es el amor que cada persona tiene de si mismo.
La autoestima está relacionada con muchas formas de conducta. Las personas con una autoestima elevada suelen reportar menos emociones agresivas, negativas y menos depresión que las personas con una autoestima baja.
De modo similar, las personas con una autoestima elevada pueden manejar mejor el estrés y, cuando son expuestas al mismo, experimentan menos efectos negativos en la salud.
La época importante para el desarrollo de la autoestima es la infancia intermedia. El niño, aquí, compara su yo real con su yo ideal y se juzga a sí mismo por la manera en que alcanza los patrones sociales y las expectativas que se ha formado de sí mismo y de qué tan bien se desempeña.
Las opiniones de los niños acerca de sí mismos tienen un gran impacto en el desarrollo de la personalidad, en especial en su estado de ánimo habitual.
Por todo lo anterior, es importante el estudio de la autoestima, así como la presentación de patrones de conducta que lleven al individuo a establecer una autoestima elevada, que le permita un mejor desarrollo de sí mismo.
Por tanto, la autoestima, es el concepto que tenemos de nuestra valía y se basa en todos los pensamientos, sentimientos, sensaciones y experiencias que sobre nosotros mismos hemos ido recogiendo durante nuestra vida.
Los millares de impresiones, evaluaciones y experiencias así reunidos se juntan en un sentimiento positivo hacia nosotros mismos o, por el contrario, en un incómodo sentimiento de no ser lo que esperábamos.
Los trastornos de la personalidad se caracterizan por patrones de percepción, reacción y relación que son relativamente fijos y socialmente desadaptados. Hoy he hecho un pequeño test para saber mis tendencias en trastornos de personalidad. Por supuesto son pequeñas directrices, nada demasiado concreto; sólo orientativo. 
Hice este test hace unos años, no por las vías expuestas aquí, sino por un trabajo de una asignatura (Psicología de la Personalidad), asignatura que me gustó bastante, aunque el profesorado que nos tocó ese año tuviese una organización global algo caótico.



A continuación paso a redactar en qué consiste cada trastorno, un poco por encima.
Trastorno de personalidad paranoide
Las personas con personalidad paranoide proyectan su propio conflicto y hostilidad hacia los otros. En general son frías y distantes. Encuentran intenciones hostiles y malévolas detrás de actos triviales, inocentes o incluso positivos y reaccionan con suspicacia a los cambios.
Frecuentemente, las suspicacias conducen a conductas agresivas o al rechazo por parte de los demás (justificando así sus sentimientos originales). Los que tienen trastorno de personalidad paranoide a menudo intentan acciones legales contra otros, sobre todo si se sienten indignados y con razón. No son capaces de ver su propio papel dentro del conflicto. Aunque suelen trabajar en relativo aislamiento, pueden ser eficientes y concienzudos. A veces las personas que ya se sienten marginadas a causa de un defecto o una minusvalía (como sordera) son más propensas a desarrollar una personalidad paranoide.
Trastorno de personalidad esquizoide
Las personas con trastorno de personalidad esquizoide son introvertidas, ausentes y solitarias. Parecen frías y distantes. Con frecuencia están absortas en sus propios pensamientos y sentimientos y temen la aproximación y la intimidad con otras personas. Sienten pocas reacciones emocionales, sintiendo indiferencia tanto a la crítica cómo a los halagos, a la vez que teniendo poco apetito sexual. Poco habladoras, sueñan despiertas y prefieren la especulación teórica a la acción. La fantasía es un modo frecuente de enfrentarse a la realidad.
Trastorno de personalidad esquizotípica
Las personas con una personalidad esquizotípica, igual que aquellas con trastorno de personalidad esquizoide, se encuentran emocional y socialmente aisladas. También desarrollan pensamientos, percepciones y comunicaciones extrañas, a la vez que suelen vestirse de una manera nada peculiar. Aunque estas rarezas son parecidas a las de personas con esquizofrenia, y aunque la personalidad esquizotípica se encuentra a veces en la gente con esquizofrenia antes de que la desarrollen, la mayor parte de los adultos con personalidad esquizotípica no desarrolla esquizofrenia. Algunas personas muestran signos de pensamiento mágico (la idea de que una acción particular puede controlar algo que no tiene ninguna relación con esto). En su lenguaje suelen divagar bastante, usando un pensamiento exageradamente elaborado, artificioso y algo estereotipado.
Trastorno de personalidad histriónica
Las personas con personalidad histriónica o histérica buscan llamar la atención y se comportan de modo teatral. Su modo de ser tiene como resultado el establecer relaciones personales con facilidad pero de modo superficial. Las emociones a menudo son exageradas, infantiles e ideadas para provocar simpatía o atención de los otros. Las personas con personalidad histriónica son proclives a los comportamientos sexualmente provocativos o a sexualizar las relaciones que no son sexuales. Pueden no querer realmente una relación sexual; más bien, sus comportamientos seductores frecuentemente encubren un deseo de dependencia y protección. Algunas personas de personalidad histriónica también son hipocondríacas y exageran sus problemas físicos para llamar la atención. 
Trastorno de personalidad narcisista
Las personas de personalidad narcisista tienen un sentido de superioridad y una creencia exagerada en su propia importancia. La persona con este tipo de trastorno de personalidad puede ser exageradamente sensible a los fracasos, a la derrota o a la crítica y, cuando se la enfrenta a un fracaso para comprobar la alta opinión de sí mismos, se ponen fácilmente rabiosos o deprimidos. Como creen que son superiores a los demás, esperan ser admirados y, con frecuencia, sospechan que los envidian. Sienten que merecen que sus necesidades sean satisfechas sin demora y por eso explotan a otros, cuyas necesidades son consideradas menos importantes. Su comportamiento es a menudo ofensivo para otros, que les encuentran arrogantes o mezquinos.
Trastorno de personalidad antisocial
Las personas con personalidad antisocial, la mayor parte de las cuales son hombres, muestran insensibilidad por los derechos y sentimientos ajenos. Explotan a otros para obtener beneficios. Característicamente, tales personas expresan sus conflictos de un modo impulsivo e irresponsable. Toleran mal la frustración y, a veces, son hostiles o violentos. A pesar de los problemas o el daño que causen a otros por su comportamiento antisocial, no sienten remordimientos o culpabilidad. Al contrario, racionalizan cínicamente su comportamiento o culpan a otros.
Sus relaciones están llenas de deshonestidad y de engaño. La frustración o el castigo raramente modifican su conducta. Las personas con personalidad antisocial tienen tendencia al alcoholismo, a la toxicomanía, a las desviaciones sexuales, a la promiscuidad y a ser encarceladas. Son propensas a fracasar en el trabajo y a trasladarse de un sitio para otro. Con frecuencia tienen una historia familiar de comportamiento antisocial o abuso. Tienen una esperanza de vida inferior a la media, pero entre los supervivientes, esta situación tiende a disminuir o a estabilizarse con la edad.
Trastorno de personalidad límite
Las personas con una personalidad límite, mayormente mujeres, son inestables en la percepción de su propia imagen, en su humor, en su comportamiento y en sus relaciones personales (a menudo tormentosas e intensas).La personalidad límite se hace evidente al principio de la edad adulta pero disminuye con la edad.
Estas personas han sido a menudo privadas de los cuidados necesarios durante la niñez. Consecuentemente se sienten vacías, furiosas y merecedoras de cuidados. Cuando las personas con una trastorno de personalidad límite se sienten cuidadas, se muestran solitarias y desvalidas, frecuentemente necesitando ayuda por su depresión, el abuso de sustancias tóxicas, las alteraciones del apetito y el maltrato recibido en el pasado. Sin embargo, cuando temen el abandono de la persona que las cuida, su humor cambia de modo radical.
Con frecuencia muestran una cólera inapropiada e intensa, acompañada por cambios extremos en su visión del mundo, de sí mismas y de otras (cambiando del negro al blanco, del amor al odio o viceversa pero nunca a una posición neutra). Si se sienten abandonadas y solas pueden llegar a preguntarse si realmente existen (esto es, no se sienten reales). Pueden devenir desesperadamente impulsivas, implicándose en una promiscuidad o en un abuso de sustancias tóxicas. A veces pierden de tal modo el contacto con la realidad que tienen episodios breves de pensamiento psicótico, paranoia y alucinaciones.
Estas personas son vistas a menudo por los médicos de atención primaria; tienden a visitar con frecuencia al médico por crisis repetidas o quejas difusas pero no cumplen con las recomendaciones del tratamiento. Este trastorno es también el más frecuentemente tratado por los psiquiatras, porque las personas que lo presentan buscan incesantemente a alguien.
Trastorno de personalidad evitadora
La gente con una personalidad evitadora es muy sensible al rechazo y teme comenzar relaciones o alguna cosa nueva por la posibilidad de rechazo o de decepción. Estas personas tienen un fuerte deseo de recibir afecto y de ser aceptadas. Sufren mucho por su aislamiento y su falta de habilidad para relacionarse cómodamente con los demás. Al contrario de aquellas con una personalidad límite, las personas con un trastorno de personalidad evitadora no responden con cólera al rechazo; en lugar de eso, se presentan tímidas y retraídas. El trastorno de personalidad evitadora se parece mucho a la fobia social.
Trastorno de personalidad dependiente 
Las personas con una personalidad dependiente transfieren las decisiones importantes y las responsabilidades a los demás y permiten que las necesidades de aquellos de quienes dependen se antepongan a sus necesidades propias. No tienen confianza en sí mismas y manifiestan una intensa inseguridad. A menudo se quejan de que no pueden tomar decisiones y de que no saben qué hacer o cómo hacerlo. No les gusta expresar opiniones, aunque las tengan, porque temen ofender a la gente que necesitan. Las personas con otros trastornos de personalidad frecuentemente presentan aspectos de la personalidad dependiente, pero estos signos quedan generalmente encubiertos por la predominancia del otro trastorno de personalidad. Algunos adultos con enfermedades crónicas desarrollan personalidades dependientes.
Trastorno de personalidad obsesivo compulsiva
Las personas de personalidad obsesivo compulsiva son formales, confiables, ordenadas y metódicas pero a menudo no se adaptan a los cambios. Son cautos y analizan todos los aspectos de un problema, lo que dificulta tomar decisiones. Aunque estos signos están de acuerdo con los estándares culturales de occidente, los individuos con un trastorno de personalidad obsesivo compulsiva toman sus responsabilidades con tanta seriedad que no soportan los errores y prestan tanta atención a los detalles que no completan sus tareas. En consecuencia, estas personas pueden entretenerse en los medios para realizar una tarea y olvidar su objetivo. Sus responsabilidades les crean ansiedad y raramente encuentran satisfacción en sus logros.
Estas personas son frecuentemente grandes personalidades, en especial en las ciencias y otros campos intelectuales en donde el orden y la atención a los detalles son fundamentales. Sin embargo, pueden sentirse desligadas de sus sentimientos e incómodas con sus relaciones u otras situaciones que no controlan, con lo impredecible o cuando deben confiar en otros.


La Responsabilidad
La responsabilidad como valor social está ligada al compromiso. Toda responsabilidad está estrechamente unida a la obligación y al deber. Ambos conceptos constituyen la materia prima de la responsabilidad. El deber es impulso, sentimiento, desinterés, ética. La obligación es la forma. El deber es la sustancia.
La responsabilidad garantiza el cumplimiento de los compromisos adquiridos y genera confianza y tranquilidad entre las personas.
Para sentirse competente, para vivir y ser feliz, la persona necesita sentir que tiene el control de su propia existencia. Esto requiere que esté dispuesto a aceptar la responsabilidad por sus acciones y la consecución de sus metas, lo cual conlleva al hecho de que debe aceptar la responsabilidad por su vida y bienestar. La práctica de ser responsable de uno mismo implica darse cuenta de los siguientes aspectos:
Soy responsable de hacer realidad mis deseos.
Soy responsable de mis elecciones y actos.
Soy responsable del grado de conciencia que introduzco en mi trabajo.
Soy responsable de mi conducta con otras personas: compañeros de trabajo, familia, amigos.
Soy responsable del modo en que distribuyo mi tiempo.
Soy responsable de comunicarme correctamente con los demás.
Soy responsable de mi felicidad personal.
Soy responsable de elegir los valores según los cuales vivo.
Soy responsable de elevar el grado de mi autoestima.

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