DIFERENTES PERSONALIDADES
¿Qué
es la autoestima?
Un
aspecto muy importante de la personalidad, del logro de la identidad y de la
adaptación a la sociedad, es la autoestima; es decir el grado en que los
individuos tienen sentimientos positivos o negativos acerca de sí mismos y de su
propio valor.
Daremos
una serie de definiciones de la autoestima:
•
La capacidad que tiene la persona de valorarse, amarse, apreciarse y aceptarse
a sí mismo.
•
El conjunto de las actitudes del individuo hacia mismo (Burns).
•
Es la percepción evaluativa de uno mismo.
•
Es el amor que cada persona tiene de si mismo.
La
autoestima está relacionada con muchas formas de conducta. Las personas con una autoestima
elevada suelen reportar menos emociones agresivas, negativas y menos depresión
que las personas con una autoestima baja.
De
modo similar, las personas con una autoestima elevada pueden manejar mejor el
estrés y, cuando son expuestas al mismo, experimentan menos efectos negativos
en la salud.
La
época importante para el desarrollo de la autoestima es la infancia intermedia.
El niño, aquí, compara su yo real con su yo ideal y se juzga a sí mismo por la
manera en que alcanza los patrones sociales y las expectativas que se ha
formado de sí mismo y de qué tan bien se desempeña.
Las
opiniones de los niños acerca de sí mismos tienen un gran impacto en el
desarrollo de la personalidad, en especial en su estado de ánimo habitual.
Por
todo lo anterior, es importante el estudio de la autoestima, así como la
presentación de patrones de conducta que lleven al individuo a establecer una
autoestima elevada, que le permita un mejor desarrollo de sí mismo.
Por
tanto, la autoestima, es el concepto que
tenemos de nuestra valía y se basa en todos los pensamientos, sentimientos,
sensaciones y experiencias que sobre nosotros mismos hemos ido recogiendo
durante nuestra vida.
Los
millares de impresiones, evaluaciones y experiencias así reunidos se juntan en
un sentimiento positivo hacia nosotros mismos o, por el contrario, en un
incómodo sentimiento de no ser lo que esperábamos.
Los trastornos de la
personalidad se caracterizan por patrones de percepción, reacción y relación
que son relativamente fijos y socialmente desadaptados. Hoy he hecho un pequeño
test para saber mis tendencias en trastornos de personalidad. Por supuesto son
pequeñas directrices, nada demasiado concreto; sólo orientativo.
Hice este test hace
unos años, no por las vías expuestas aquí, sino por un trabajo de una
asignatura (Psicología de la Personalidad), asignatura que me gustó bastante,
aunque el profesorado que nos tocó ese año tuviese una organización global algo
caótico.
A continuación paso a
redactar en qué consiste cada trastorno, un poco por encima.
Trastorno de
personalidad paranoide
Las personas con
personalidad paranoide proyectan su propio conflicto y hostilidad hacia los
otros. En general son frías y distantes. Encuentran intenciones hostiles y
malévolas detrás de actos triviales, inocentes o incluso positivos y reaccionan
con suspicacia a los cambios.
Frecuentemente, las
suspicacias conducen a conductas agresivas o al rechazo por parte de los demás
(justificando así sus sentimientos originales). Los que tienen trastorno de
personalidad paranoide a menudo intentan acciones legales contra otros, sobre
todo si se sienten indignados y con razón. No son capaces de ver su propio
papel dentro del conflicto. Aunque suelen trabajar en relativo aislamiento,
pueden ser eficientes y concienzudos. A veces las personas que ya se sienten
marginadas a causa de un defecto o una minusvalía (como sordera) son más
propensas a desarrollar una personalidad paranoide.
Trastorno de
personalidad esquizoide
Las personas con
trastorno de personalidad esquizoide son introvertidas, ausentes y solitarias.
Parecen frías y distantes. Con frecuencia están absortas en sus propios
pensamientos y sentimientos y temen la aproximación y la intimidad con otras
personas. Sienten pocas reacciones emocionales, sintiendo indiferencia tanto a
la crítica cómo a los halagos, a la vez que teniendo poco apetito sexual. Poco
habladoras, sueñan despiertas y prefieren la especulación teórica a la acción.
La fantasía es un modo frecuente de enfrentarse a la realidad.
Trastorno de
personalidad esquizotípica
Las personas con una
personalidad esquizotípica, igual que aquellas con trastorno de personalidad
esquizoide, se encuentran emocional y socialmente aisladas. También desarrollan
pensamientos, percepciones y comunicaciones extrañas, a la vez que suelen
vestirse de una manera nada peculiar. Aunque estas rarezas son parecidas a las
de personas con esquizofrenia, y aunque la personalidad esquizotípica se
encuentra a veces en la gente con esquizofrenia antes de que la desarrollen, la
mayor parte de los adultos con personalidad esquizotípica no desarrolla
esquizofrenia. Algunas personas muestran signos de pensamiento mágico (la idea
de que una acción particular puede controlar algo que no tiene ninguna relación
con esto). En su lenguaje suelen divagar bastante, usando un pensamiento
exageradamente elaborado, artificioso y algo estereotipado.
Trastorno de
personalidad histriónica
Las personas con
personalidad histriónica o histérica buscan llamar la atención y se comportan
de modo teatral. Su modo de ser tiene como resultado el establecer relaciones
personales con facilidad pero de modo superficial. Las emociones a menudo son
exageradas, infantiles e ideadas para provocar simpatía o atención de los
otros. Las personas con personalidad histriónica son proclives a los
comportamientos sexualmente provocativos o a sexualizar las relaciones que no
son sexuales. Pueden no querer realmente una relación sexual; más bien, sus
comportamientos seductores frecuentemente encubren un deseo de dependencia y
protección. Algunas personas de personalidad histriónica también son
hipocondríacas y exageran sus problemas físicos para llamar la atención.
Trastorno de
personalidad narcisista
Las personas de
personalidad narcisista tienen un sentido de superioridad y una creencia exagerada
en su propia importancia. La persona con este tipo de trastorno de personalidad
puede ser exageradamente sensible a los fracasos, a la derrota o a la crítica
y, cuando se la enfrenta a un fracaso para comprobar la alta opinión de sí
mismos, se ponen fácilmente rabiosos o deprimidos. Como creen que son
superiores a los demás, esperan ser admirados y, con frecuencia, sospechan que
los envidian. Sienten que merecen que sus necesidades sean satisfechas sin
demora y por eso explotan a otros, cuyas necesidades son consideradas menos
importantes. Su comportamiento es a menudo ofensivo para otros, que les
encuentran arrogantes o mezquinos.
Trastorno de
personalidad antisocial
Las personas con
personalidad antisocial, la mayor parte de las cuales son hombres, muestran
insensibilidad por los derechos y sentimientos ajenos. Explotan a otros para
obtener beneficios. Característicamente, tales personas expresan sus conflictos
de un modo impulsivo e irresponsable. Toleran mal la frustración y, a veces,
son hostiles o violentos. A pesar de los problemas o el daño que causen a otros
por su comportamiento antisocial, no sienten remordimientos o culpabilidad. Al
contrario, racionalizan cínicamente su comportamiento o culpan a otros.
Sus relaciones están
llenas de deshonestidad y de engaño. La frustración o el castigo raramente
modifican su conducta. Las personas con personalidad antisocial tienen
tendencia al alcoholismo, a la toxicomanía, a las desviaciones sexuales, a la
promiscuidad y a ser encarceladas. Son propensas a fracasar en el trabajo y a
trasladarse de un sitio para otro. Con frecuencia tienen una historia familiar
de comportamiento antisocial o abuso. Tienen una esperanza de vida inferior a
la media, pero entre los supervivientes, esta situación tiende a disminuir o a
estabilizarse con la edad.
Trastorno de
personalidad límite
Las personas con una
personalidad límite, mayormente mujeres, son inestables en la percepción de su
propia imagen, en su humor, en su comportamiento y en sus relaciones personales
(a menudo tormentosas e intensas).La personalidad límite se hace evidente al
principio de la edad adulta pero disminuye con la edad.
Estas personas han
sido a menudo privadas de los cuidados necesarios durante la niñez.
Consecuentemente se sienten vacías, furiosas y merecedoras de cuidados. Cuando
las personas con una trastorno de personalidad límite se sienten cuidadas, se
muestran solitarias y desvalidas, frecuentemente necesitando ayuda por su
depresión, el abuso de sustancias tóxicas, las alteraciones del apetito y el
maltrato recibido en el pasado. Sin embargo, cuando temen el abandono de la
persona que las cuida, su humor cambia de modo radical.
Con frecuencia
muestran una cólera inapropiada e intensa, acompañada por cambios extremos en
su visión del mundo, de sí mismas y de otras (cambiando del negro al blanco,
del amor al odio o viceversa pero nunca a una posición neutra). Si se sienten
abandonadas y solas pueden llegar a preguntarse si realmente existen (esto es,
no se sienten reales). Pueden devenir desesperadamente impulsivas, implicándose
en una promiscuidad o en un abuso de sustancias tóxicas. A veces pierden de tal
modo el contacto con la realidad que tienen episodios breves de pensamiento
psicótico, paranoia y alucinaciones.
Estas personas son
vistas a menudo por los médicos de atención primaria; tienden a visitar con
frecuencia al médico por crisis repetidas o quejas difusas pero no cumplen con
las recomendaciones del tratamiento. Este trastorno es también el más
frecuentemente tratado por los psiquiatras, porque las personas que lo
presentan buscan incesantemente a alguien.
Trastorno de
personalidad evitadora
La gente con una
personalidad evitadora es muy sensible al rechazo y teme comenzar relaciones o
alguna cosa nueva por la posibilidad de rechazo o de decepción. Estas personas
tienen un fuerte deseo de recibir afecto y de ser aceptadas. Sufren mucho por
su aislamiento y su falta de habilidad para relacionarse cómodamente con los
demás. Al contrario de aquellas con una personalidad límite, las personas con
un trastorno de personalidad evitadora no responden con cólera al rechazo; en
lugar de eso, se presentan tímidas y retraídas. El trastorno de personalidad
evitadora se parece mucho a la fobia social.
Trastorno de
personalidad dependiente
Las personas con una
personalidad dependiente transfieren las decisiones importantes y las
responsabilidades a los demás y permiten que las necesidades de aquellos de
quienes dependen se antepongan a sus necesidades propias. No tienen confianza
en sí mismas y manifiestan una intensa inseguridad. A menudo se quejan de que
no pueden tomar decisiones y de que no saben qué hacer o cómo hacerlo. No les
gusta expresar opiniones, aunque las tengan, porque temen ofender a la gente
que necesitan. Las personas con otros trastornos de personalidad frecuentemente
presentan aspectos de la personalidad dependiente, pero estos signos quedan
generalmente encubiertos por la predominancia del otro trastorno de
personalidad. Algunos adultos con enfermedades crónicas desarrollan personalidades
dependientes.
Trastorno de
personalidad obsesivo compulsiva
Las personas de
personalidad obsesivo compulsiva son formales, confiables, ordenadas y
metódicas pero a menudo no se adaptan a los cambios. Son cautos y analizan
todos los aspectos de un problema, lo que dificulta tomar decisiones. Aunque
estos signos están de acuerdo con los estándares culturales de occidente, los
individuos con un trastorno de personalidad obsesivo compulsiva toman sus
responsabilidades con tanta seriedad que no soportan los errores y prestan
tanta atención a los detalles que no completan sus tareas. En consecuencia,
estas personas pueden entretenerse en los medios para realizar una tarea y
olvidar su objetivo. Sus responsabilidades les crean ansiedad y raramente
encuentran satisfacción en sus logros.
Estas personas son
frecuentemente grandes personalidades, en especial en las ciencias y otros
campos intelectuales en donde el orden y la atención a los detalles son
fundamentales. Sin embargo, pueden sentirse desligadas de sus sentimientos e
incómodas con sus relaciones u otras situaciones que no controlan, con lo
impredecible o cuando deben confiar en otros.
La Responsabilidad
La responsabilidad como valor social está ligada al
compromiso. Toda responsabilidad está estrechamente unida a la obligación y al
deber. Ambos conceptos constituyen la materia prima de la responsabilidad. El
deber es impulso, sentimiento, desinterés, ética. La obligación es la forma. El
deber es la sustancia.
La responsabilidad garantiza el cumplimiento de los
compromisos adquiridos y genera confianza y tranquilidad entre las personas.
Para sentirse competente, para vivir y ser feliz,
la persona necesita sentir que tiene el control de su propia existencia. Esto
requiere que esté dispuesto a aceptar la responsabilidad por sus acciones y la
consecución de sus metas, lo cual conlleva al hecho de que debe aceptar la
responsabilidad por su vida y bienestar. La práctica de ser responsable de uno
mismo implica darse cuenta de los siguientes aspectos:
Soy responsable de hacer realidad mis deseos.
Soy responsable de mis elecciones y actos.
Soy responsable del grado de conciencia que
introduzco en mi trabajo.
Soy responsable de mi conducta con otras personas:
compañeros de trabajo, familia, amigos.
Soy responsable del modo en que distribuyo mi
tiempo.
Soy responsable de comunicarme correctamente con
los demás.
Soy responsable de mi felicidad personal.
Soy responsable de elegir los valores según los
cuales vivo.
Soy responsable de elevar el grado de mi autoestima.
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